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noviembre 2024 | ||||||
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marzo |
De catalanes, vascos y "castellanos recios"...
o de como querer ofender y no saber.
el juicio universal
Sobre la nueva tierra, bajo el nuevo cielo, el juicio ha comenzado. El nuevo cielo está desierto. No hay sol, ni luna ni estrellas. La luz no desciende ya desde la altura, sino que sube de la tierra para iluminar con igual resplandor el desolado giro. Luz inmovil, inmutable, vesperal, no engendrada por rayos ni amenazada por tinieblas, sin caida de sombras, ni estallidos fulgurantes. Luz abstracta, opaca, muda, sin color ni calor; luz de un crepusculo que no tendrá fin. Desaparecieron los astros y ha terminado por ello el alterno sucederse de los dias y las noches. El tiempo ya no es mensurable; se ha dispersado de nuevo en la eternidad. El Juicio ha comenzado. Quiza hace una hora, quiza hace siglos. La nueva tierra es una ilimitada llanura que dulce y uniformemente desciende hasta la remota linea del horizonte. ni un hilo de hierba ni un arbol nace en ella. Parece un desierto de ceniza petrificada y luminosa. No presenta vaguadas ni realces, menos en el fondo, en la linea del cielo, donde surge una enorme exedra hecha de rellanos elevados, en forma de tumulos, altos y negros. En medio de cada meseta se alza una gran figura radiante, cubierta de rojo vivo. Parecen, desde lejos, numerosos estandartes ensangrentados, fijos sobre las explanadas de una sobrenatural fortaleza. Son los angeles acusadores, que interrogan y escuchan a los resucitados antes que Dios los salve o los condene. Delante de cada angel, un ejercito inmenso de resucitados. Multitudes paralelas, atestadas en cada explanada, una separada de la otra por un surco de tierra luciente. No se advierte donde acaban los infinitos ejercitos. Ninguno de los reos habla, pero el inhumano silencio de aquellas inmoviles falanges de expectantes es mas pavoroso que cualquier tumulto. Y sin embargo, los resucitados no son sombras, no son fantasmas o espectros, sino cuerpos verdaderos y vivos, con las señales de su antigua condicion. La luminiscencia que llega arriba desde el suelo ceniciento, aqui o alla, arranca, en la caligine de los hacinados, algun rasgo de los rostros tensos y hace brillar, en la espesura de las turbas, innumerables pupilas que esperan. Cada angel llama uno a uno por su nombre. El llamado sube ante él sobre el rellano y, despues de haber hablado, desaparece más allá donde comienza otra luz más poderosa. El juicio ha comenzado. Quiza hace unos instantes, quiza hace miles de dias.
Giovanni Papini -- El Juicio Universal--